Jan 12, 2008

MUERTOS ARRINCONADOS

La patria, nuestra patria, ha recibido
el ansiado resultado de la vergonzosa verdad,
restregada en nuestro rostro silente, encaretado
y pidiendo clamorosa, salomónica reconciliación.

No hay guerra alguna, no hay parangón
que recuerde a sesenta y nueve mil almas
reventadas con un fusil rojo, con el verde olivo,
regadas como perros entre el campo y la ciudad.

Tantos nacionalismos compartidos,
sangres conjugadas en nuestras abruptas montañas,
miles de inocentes, pobres mal paridos
por una patria que desconocía su existencia.

Campesinos parias de nuestra sociedad
que se niega a otorgarles un mínimo de dignidad
a aquellos que detestaron esta existencia
y no les quedó ni el consuelo de un fúnebre sepulcro.

Cuantas tierras anegadas con sangre
de los hijos del sol que los cobijó hace mil años
y ayer los reventaron en plazas, en iglesias
violando su intimidad, ultrajando su existencia.

Asco debiera darle a esos caballeros barbados
que se desgarran las vestiduras vociferando
que las cifras mortales son inventos rojos,
que sólo buscan perjudicar a nuestras milicias.

Asco debiera darle a esos reyes afeminados
que vomitan injuriosas frases y lagrimando
para que el pueblo vea el dolor de sus ojos
y olvide sus argucias y políticas inmundas.

Es que ellos no tuvieron una Lucanamarca,
a ellos no les violaron a sus madres ni mujeres.
Ellos no tuvieron mil muertos arrinconados
ni hijos paridos con el deshonor de amores militares.

Es que ellos no vivieron en los Barrios Altos
ni estudiaron en las aulas de La Cantuta
para sentir cuando te arrancan las entrañas
por un maldito error ... error mortal.

Es que ellos no gozaron de la justicia sin templo
(acaso porque son de limeñísima procedencia),
es que ellos no gozaron de nuestras milicias sin honor
ni del gobierno que dirigió desde una colina sin leyes.

Nosotros si los tuvimos, nosotros si los lloramos,
cuando los encerraron, los mancillaron , los mataron,
cuando las violaron y sus hijos mal paridos
fueron reventados a patadas en la roca viva.

Nosotros si los tuvimos, nosotros si los lloramos,
y hoy sólo queremos que esta hipócrita sociedad
sea conciente de que el Perú es también de ellos
y se les recuerde porque ellos pagaron nuestra paz.

Si tú no los tuviste, no los llores,
pero tampoco esperes a que una Tarata te avise
que el infierno es de todos en algún momento
y entre esos muertos arrinconados, puedas estar tú.

1 comment:

Henry Zapata said...
This comment has been removed by the author.